La frase del profesor William V. Boynton, responsable del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona, es equiparable a la que pronunció en su día Neil Alden Armstrong, al descender del Apolo XI. El astronauta dijo: "Este es un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la Humanidad", y el científico ha dicho: "Hoy, al fin, la hemos tocado y la hemos probado". Se refería, claro, a las muestras de hielo recogidas en Marte por la sonda Phoenix. Al derretirse, el vapor fue analizado y pudo afirmarse con rotundidad que era agua. Agua en Marte suena casi a título de película de ciencia ficción, por todo el arsenal de información, de mitología, de ciencia y pseudociencia que ha pasado a formar parte de nuestro imaginario colectivo.
Es muy pronto, como afirman los especialistas, para hablar de "vida" en el planeta rojo, una circunstancia que es percibida todavía como lejana hipótesis. Pero después de haberse comprobado el hecho cierto de la existencia de agua, más allá de las suposiciones fotográficas del Mars Odissey y de las conjeturas teóricas, se abre para la NASA un nuevo campo de acción, que incluye la posibilidad de enviar a ese planeta una misión tripulada en este siglo. El hallazgo coincide con la celebración del 50 aniversario de la agencia espacial americana, y después de años jalonados por éxitos históricos y fracasos estrepitosos.
No deja de ser curioso, además, que en pocos días se haya avanzado en la investigación de dos universos tan distantes. El planetario, a gran escala, y el más desconocido por el hombre, su propio cerebro, con el anuncio del fármaco que, a medio o corto plazo, pueda llegar a curar o aminorar las terribles consecuencias del alzheimer.