Otra vez la película reiterada de muchas tardes y algunas noches.
Es el final. Richard Páez pide tranquilidad en un vestuario cargado de malhumor. Donde predominan las cabezas gachas. Los rostros adustos y la angustia. Ya no suena la música previa al inicio del partido. Todo cambió. Ahora ese camerino parece un velorio, pero sin café, ni galletitas.
"Estamos destrozados, porque no podemos levantar cabeza. Todo nos sale mal", se le escucha decir a Ernesto Arakaki, como dejando entrever que este Alianza no mete miedo a nadie. Ni por nombres que tiene, ni por historia que le sobra. Deficiente en defensa. Irresoluto en ataque.
Y vaya que tiene razón el 'Chino'. Porque ayer una vez más el equipo blanquiazul ofreció una pálida actuación que le costó su tercera derrota en este Clausura.
Perdió 3-1 frente al Sport Áncash y sigue penúltimo, en zona de descenso con 29 unidades en el puntaje acumulado.
El cuadro huaracino dominó durante casi todo el partido y en el primer tiempo hasta con lujos. Firme atrás, creativo y veloz en el medio y con el brasileño Ronaille Calheira por momentos imparable, que se hizo presente por doble partida a los 31' de la primera etapa de cabeza ante centro de Sergio Ubillús y a los 12' del complemento de tiro rasante ante grosero error de Kojhi Aparicio. Germán Carty no quiso ser menos que su acompañante y anotó el tercero a los 16' y de remate cruzado venció a un Salomón Libman alicaído.
Alianza Lima con más ganas que fútbol se fue en busca de la heroica y lo único que encontró fue un penal –foul de Víctor Cartagena contra Carlos Fernández– que lo ejecutó Kojhi Aparicio a los 20' y convirtió.
Ni la presencia de Ricardo David Páez en el mediocampo, hijo del técnico, sirvió para sacar al equipo aliancista de esta crisis, de este momento que es para llorar.