18 de agosto del 2007. Solo tres días después del fatídico terremoto, más de 1,600 familias agarraron lo poco que tenían y enrumbaron a buscar un lugar dónde vivir . Cual hebreos en afán de encontrar la Tierra Prometida, llegaron hasta un terreno descampado llamado Alto Molino. Dividieron los lotes, hicieron casas con esteras, la cubrieron con plásticos y hasta hoy luchan por tener un nivel de vida aceptable. Se han organizado en asociaciones, buscan un encuentro con representantes del gobierno y apuntan en convertirse en el Pisco del futuro.
Se organizan y buscan acuerdo con el gobierno
Alto Molino está ubicado a veinte minutos de Pisco. Durante los último cuarenta años fue un amplio terreno (23 hectáreas) abandonado. Cuando llegaron las familias damnificadas del terremoto y se instalaron, no pasó mucho tiempo para que aparezcan los dueños de las tierras. Se trata de Inversiones Alto Molino, quienes inicialmente cotizaron la hectárea a diez mil soles y ahora lo hacen a 185 mil soles.
Poco a poco las familias se fueron organizando. Ya existen tiendecitas y hace exactamente dos meses inauguraron una pollería. Tienen dirigentes que están agrupados en diez asociaciones, ocho formadas oficialmente y dos se encuentran en proceso.
Maribel Gregorio es la presidenta de la Asociación San Judas Tadeo. Ella sostiene que su misión es buscar un acercamiento con las autoridades gubernamentales para que les brinden una mejor calidad de vida. Por lo pronto ya estableció conversaciones fructíferas con el alcalde y el Ministerio de la Mujer. En Lima también su conexión llegó a la presidencia del Congreso. Su meta que les brinden títulos de propiedad, tengan servicios básicos, colegio para los niños y comedores populares.
La lucha por sobrevivir en una “Ciudad perdida”
La dura realidad de la familia Chate Ochante se inicia muy temprano en Alto Molino. Tienen que estar atentos a la llegada de los camiones cisterna y comprar sus tachos de agua a 3 soles cincuenta cada uno. Luego ir a buscar cachuelos de albañilería para dejar a su esposa unos diez soles que le servirán para cocinar algo a sus dos niños.
Para pagar la luz tiene que dividir lo que suma un recibo entre 40 familias. Sus pequeños todavía no van al colegio, pero ya se hace la
lo que gastará el próximo año. Hay una línea de colectivos que ingresa a la zona y tiene que hacerse la
que los trasladará hasta Pisco.
El presidente Alan García habría prometido –a través de sus voceros en Pisco- que visitará Alto Molino durante el recuerdo del primer año del terremoto en la zona. Los pobladores hacen sus respectivos preparativos. Planean recibirlo de buena manera. Sueñan con la ayuda, con una ciudad que dejaría de ser la Ciudad perdida y pasaría a ser la Ciudad del futuro.